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Closing time :-)

17 Ene

Llevo ya una semanita en Barcelona.

Ha sido una semana de reencuentros, de repaso, de replanteamientos.

No tengo my claro cómo van a ser los próximos 14 meses, pero sin duda los pasados 14 han sido un sueño cumplido. Momentos, lugares y personas que me han hecho crecer, y que me han enseñado muchas cosas. Sobretodo de mí misma.

Ha sido un placer compartir mi aventura con vosotros.

Os dejo con una promesa: Seguiré on fire.

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 [Keep smiling. Keep breathing. Keep moving.]

***

Bye Bye Thailand!

7 Ene




Bufanda, mi gata tailandesa adoptiva

Thailand, fin de fiesta.

7 Ene

Porque este viaje ha sido eso: UNA FIESTA.

El último país del que he disfrutado, tras estos (atención! antención!) 14 meses de viaje ha sido Tailandia.

No me he extendido mucho, me lo he tomado con calma, porque tengo la sensación de que volveré pronto.

Aunque tengo la sensación (igual que me pasó con Bali y con Vietnam) de que para encandilarnos con el país vamos tarde, y que la magia se la llevaron los que tuvieron la suerte de venir hace 10 años. Pero lo que nos han dejado tampoco da para queja: Es un país desarrollado y muy adaptado al turismo, y cuya población convive con los farang día a día y vive, en gran parte, gracias a ello. Tenemos toda una infraestructura a nuestro servicio para facilitarnos la vida, y todas las opciones que nos podamos llegar a imaginar. Pero conserva su belleza natural y su tradicional cultura budista sigue rigiendo todos los aspectos de la vida aquí.

Bangkok, su capital, es una megaurbe a caballo entre Asia y Europa. Llena de rascacielos, taxis, bancos y oficinas, y a la vez llena de olores, mercados, puestos callejeros, templos budistas. Es un puñetazo en la cara. Y es habitable, no me cuesta imaginarme viviendo en ella, aunque sé que pocos corroborarían esta afirmación.

Como turista, las principales actividades aquí se pueden resumir de la siguiente manera:

Shopping, Spas y turismo sexual.

El primero, porque BKK es la locura de los centros comerciales. Hay muchos. Son gigantes. Tienen de TODO. Y ni hablemos de los mercados callejeros, como el Chatuchak Market (el mayor mercado al aire libre del mundo, con más de 15000 puestos entre los que podemos encontrar desde imanes de nevera hasta ardillas voladoras).

El segundo, porque es el paraíso de los centros de belleza. Puedes darte cualquier tipo de masaje o cualquier tratamiento que se te antoje por menos de 1/4 de lo que pagarías en casa, y con unos estándares de calidad que (aunque puedan variar de un sitio a otro) suelen superar las expectativas. Menos en la peluquería, pero claro los pobres no tienen la culpa de no haber tocado un rizo en su vida…

Y el tercero porque, lamentablemente, hay un amplio mercado que abastecer y que viene a Thailandia en busca de ping-pong shows y lo que surja. Y aunque no queráis participar de ello, es inevitable toparte con esta realidad que te acechará en la mayoría de las calles comerciales o turísticas al caer la noche. Yo, ni por curiosidad quise entrar en uno de estos bares. Muchos me dijeron/dirán: «estás en Bangkok, esto forma parte de aquí, es lo típico, ni que sea tienes que entrar 10 minutos…» pero como me parece denigrante, vejatorio y vergonzoso, no quiero que ni uno solo de mis dólares vaya destinado a perpetrar esa industria. Pero ahí cada cual con su conciencia (y con sus ETS).

Desde Bangkok me marché a Koh Tao, una isla en el Golfo al sureste. Allí me encontré con Isaac, que se acaba de mudar en busca de trabajo, para pasar juntos las Navidades y el Fin de año.

Han sido unos días geniales, a pesar de que la lluvia viniera a visitarnos y se quedara durante 4 días, en los que hemos conocido a un montón de gente (españolitos casi todos) divertidísima que nos ha hecho de familia postiza para pasar las fiestas. Quien me diga que no quiere viajar solo se gana una colleja y un chupete. ¡Es lo mejor para socializar, aunque parezca contradictorio!
Y en esta isla, cuyo nombre significa Isla Tortuga, me he dedicado a 2 actividades principalmente (más allá del cerveceo y el tumbarme al solecito):
Muai Thai. Pim, pam. 2 semanas llena de moratones y con la adrenalina desbordada. Dar ostias a la Thailandesa, debería ser asignatura obligatoria en todas las carreras.

Submarinismo. Por el poder de PADI me declaro… ¡Advanced! Sí, sí, amigos. Me metí en el agua a hacer el primer curso, y me gusto tanto que en cuanto acabé me apunté al segundo. Y me encanta. La visibilidad en esta época del año no es muy buena, pero lo disfruté como una enana.

Tanto es así que he decidido acabar mi super-mega-hiper-extra-aventura-que-te-cagas en Kao Lak, buceando en las Similan Islands. Fuckin’ Paradise.

¿Alguna vez habéis probado a explorar un barco hundido con, literalmente, autopistas de peces encima de vuestras cabezas (y debajo, y por todas partes)? ¿No? Pues probadlo, os cambiará la vida.

La mía, desde luego, ha cambiado. Por esto y por todo lo que llevo vivido en estos 14 meses de aventura.
Me despido saltando desde Tailandia, junto a ese mar que es bonito desde fuera pero sobretodo desde dentro.

Nos vemos en Barcelona en 72h.

El 25 de desembre (fum, fum, fum)

25 Dic

Espero que hayáis sido buenos y Papá Noël se haya portado como un campeón con vosotros. A mi me ha traído un curso de submarinismo y mis segundas Navidades en la playa, así que no tengo quejas.

Seguir disfrutando, y cuidadín con los empachos que nos conocemos.

Feliz Navidad
Merry Christmas

El resto de Camboya

22 Dic

Acabado el flipe de los templos de Angkor me dispuse a explorar un poco más Camboya. Tengo que decir que me dejó bastante fría lo que vi, pero que la gente con la que me encontré me dejó con la boca abierta.

Los camboyanos son sencillos, simpáticos, amables, súper educados, y muy muy cotillas. Y por algún motivo que no llegué a entender, todos tienen un gran interés en saber «cuántos hermanos y hermanas tienes». Si viajáis hasta allí con la desgracia de ser hijos únicos, inventaros un consanguíneo y os evitaréis sus miradas compasivas y decepcionadas…

Lo que sorprende más de este carácter tan afable que se gastan es su pasado. Me parece increíble que un pueblo que ha vivido en guerra y ha sido abusado y masacrado durante su historia reciente pueda ser tan acogedor, confiado y sonriente.

Porque hay que pensar que desde que en el ’69 fueran bombardeados por los americanos en el marco de la guerra de Vietnam, Camboya ha vivido toda clase de penurias. La más significativa de ellas, tras 5 años de guerra civil, fue la llegada al poder de los jemeres rojos, que establecieron régimen dicatorial bajo el término del «socialismo budista» planteando una vuelta al modo de vida tradicional: aboliendo la moneda, impulsado el trabajo agrario, cerrando hospitales y, como plato fuerte, la puesta en marcha de programas de ejecución masiva. Sólo entre el ’75 y el ’79, mataron a 1.7 millones de Camboyanos (el 21% de la población) en los campos de exterminio. Hasta la muerte de Pol Pot, el líder del movimiento, en 1998 no hubo atisbos de cambio. Así que estamos hablando de una tragedia humanitaria que acabó hace poco más de 13 años.

Aún quedan muestras de esto, a modo de museo, y se pueden visitar cerca de Phnom Penh.

El museo Tuol Sleng, en la antigua prisión de máxima seguridad S-21, se encuentra en una antigua escuela que fue transformada por los jemeres rojos en una especie de cárcel y centro de torturas interrogatorios. La prisión vio pasar por entre sus paredes a 20.000 personas entre el 75 y el 79, de los que sólo 7 adultos sobrevivieron. Y como casi todos los genocidas conocidos, los jemeres documentaban sus torturas. El museo está lleno de fotografías (algunas antes y después de las torturas) de los «enemigos del régimen» que pasaron por allí. Hay incluso fotos de niños de 2 años. Para quitar el sueño.

Es estremecedor, especialmente porqu eel edificio sigue pareciendo una escuela, con su patio, sus aulas… y eso lo vuelve todo un poco más macabro si cabe. Como la visita me puso los pelos de punta y me dejó con bastante mal cuerpo no me quedó energía para ir a visitar los killing fields (uno de cientos) de Choeung Ek, que se encuentran a 14kms de la capital. Si tenéis la oportunidad de visitarlos y no sois unos blandos como yo, os lo recomiendo. Hacer turismo es muy bonito, pero los viajeros tenemos la responsabilidad de saber dónde estamos, y es una cuestión de respeto conocer la historia de los países que visitamos en especial cuando es tan cruel como la camboyana.

De Phnom Penh poco más a destacar. El mercado ruso para hacer compritas, el royal palace y a otra cosa mariposa. Ah, os diré que vi su majestad el rey de Camboya. Bueno, para ser sincera, le vi una manita así saludando desde el coche. Parece ser que coincidí con el día de la independecia del país, y el caballero salió a decir «hola» a sus súbditos, que le esperaban muy formalitos frente a su casa.

Desde la capital me trasladé a la playa. en autobús me fui hacia Kep, en la costa sur este, y desde allí me subí en un barquito que me llevó a Koh Tonsay (Rabbit Island). Allí me iba a quedar una noche y acabé quedándome 5. En esta postura:

Es una mini isla a la que se va a no hacer nada. A leer a la sombra del cocotero, a ponerse moreno (yo no eh, sólo los que tienen melanina), a descansar en el bungalow (por entre 5 y 10$ la noche), a ver ponerse el sol desde el agua, y a ponerse tibio de gambas y cangrejo a precios de broma. La felicidad.

Cuando empiezo a temer por mis niveles de ácido úrico, me voy a un poquito más arriba, a Kampot. Allí tenía muchas ganas de hacer la excursión a la Bokor Hill Station, unas ruinas en la montaña con un antiguo casino, un hotel y otros edificios abandonados, medio absorbidos por la jungla… pues bien, no vayáis. Se lo han cargado. Bueno, más bien al revés. Me explico: el megamagnate del país (el mismo que se queda con el dinero de la entrada de Angkor) ha comprado la zona, la está «reconstruyendo», montando un campo de golf, un casino gigante y un hotel de 5 estrellas. Llego tarde… ya no hay ruinas, sólo obras. Disaster. Por suerte el paseo en barco para ver el sunset desde el río me remonta el día, y me deja relajadita relajadita.

Me quedo un poco a medias con Camboyia. Me han dicho que la zona del interior, la que sigue el Mekong en dirección a Laos y más al Oeste hacia Vietnam vale mucho la pena, que está «unspoiled» y que ofrece cosas mucho más interesantes y auténticas. Espero que sea verdad, y que otros tengáis el tiempo para comprobarlo. Yo no puedo ir así que ya me contaréis. Me las piro hacia Bangkok que tengo papeleo que arreglar…

 

Diarios Vietnamitas, vol.4

9 Oct

Después del trayecto que ya os conté, Nuria y yo llegamos a Hanoi. Allí nos reencontramos con Isaac, que nos había tenido que abandonar por un par de días ya que tenía asuntos que atender en la capital. Desde allí organizamos el viaje al punto más esperado del país: Halong Bay.

Antes de emprender el viaje, cotejamos la posibilidad de hacerlo por nuestra cuenta ya que ninguno de los presentes somos muy amantes de los tours organizados. De haberlo hecho por libre, el viaje nos hubiera salido unas 5 veces más caro, y en este caso mandó el budget. Por 55US$* contratamos, en nuestro mismo hotel de Hanoi, el tour (comida incluida)que nos llevaría durante 3 días y 2 noches a surcar las aguas el Golfo de Tonkin y a alguna de sus más de 3000 islas.

*(Si os parece barato, os diré que alguno de nuestros compañeros de barco lo sacó por 45. En Vietnam el regateo es un arte!)

Antes de proseguir, y sobretodo para futuros viajeros, quiero que algo quede muy claro: Los vietnamitas no tienen ni idea de lo que es la vocación de servicio, no saben tratar con los clientes, y no entienden el concepto de tour de vacaciones. Ante los problemas o diferencias de opinión tienen tendencia a levantar la voz (e incluso la mano). Y todo eso, organizado de tal forma que la asunción de responsabilidades quede disuelta en una maraña de subcontrataciones en la que nadie se hará cargo de nada. Así que, por favor, pensaros muy mucho si queréis ahorraros unos euros y tener que tratar con semejantes caraduras maleducados.

Dicho esto, ya me he quedado a gusto, puedo añadir lo siguiente: El tour por Halong es de lo mejor que me ha pasado en el viaje. ¿Queréis saber por que? Ahí va una prueba:

Nueve personas de 4 países que hicimos click desde los 15 minutos de subirnos al autobús. Y lo que siguió fueron 3 días de risas, aventuras, música, Antonias, anécdotas, castaña, playa… Tres días de todo lo bueno que uno puede querer en un viaje.

La excursión en sí arranca en Halong City, desde donde te suben a un barquito. Empiezas a navegar, rodeado de otros barcos y pensando que vuelves a estar en Port aventura. Pero cuando te vas adentrando en las aguas de la bahía se te va olvidando todo eso, y empiezas a darte cuenta de por qué la gente te ha hablado tan bien de Halong. Una de las primeras paradas, una enorme cueva de la que no recuerdo el nombre, nos dejó con la boca abierta al ver esta entrada de luz:

Otra de las actividades es la visita a un «fishing village» donde si lo deseas puedes subirte, por una irrisoria cantidad extra, a un bote que te lleva a ver unas lagunas en las que puedes darte un chapuzón. Como el calor apretaba, la decisión fué unánime. Todos al agua 🙂

Fishing Village

Ahí se protagonizó una de las primeras escenas «críticas». Te cobran, te dejan saltar al agua, pero a los 10 minutos te dicen que ya, que para el barco otra vez. Te haces el longuis, te roneas un poco, te haces el despistado,… pero claro tras 5 minutos ya no sabes a donde mirar y acabas subiendo al barquito, ¿verdad? Pues no todos! Ricardo, el representante nicaragüense de nuestra expedición, decidió darse a la fuga y ponerse a nadar por su cuenta hasta el barco. ¿Y qué hace el chinorris? ¡SACA UN PALO Y SE PONE A PERSEGUIRLE! Estos se creen que aún están en el Viet Cong. Claro, nosotros todos locos, gritando «Nicaragua Oé» y animando a nuestro Nica desde arriba. Al final ni palo ni leches, aunque Ricardo no puede completar su hazaña y tiene que volver a la nave nodriza en el barquito con el resto de los mortales. Pero se convierte en nuestro héroe desde ya.

Chinito malo

Después de la aventura, el barco se va a «amarrar». Esta noche dormimos aquí. La parte buena de pasar todo el día en el barco es que puedes ver como el entorno cambia de luz y de colores. Esto no hay chinito que nos lo amargue 🙂

Y también llega otra recompensa. Ver atardecer mientras nos bañamos, esta vez saltando desde la cubierta del barco. El agua está un poco verde, pero nos han dicho que no hay nada en ella que nos pueda matar. O picar. O morder. O tragar. O contagiar. ¡Nos lo creemos, que esto no tiene precio!

Por cierto, el de la foto es Tom, alias Melón, uno de los 2 israelíes que nos acompañaban a pecho descubierto todo el día, teniendo a las Antonias revolucionadas.

Merecida cena después del bañito, y luego un poquito de juerga, como dios manda. Nos habían prometido karaoke, pero en eso también mienten así que DJ Inaisonfire tuvo que sacar la artillería pesada (y el ordenador) para amenizar la velada.

Al día siguiente, habiendo dormido poco pero bien, seguimos con la ruta. Esta vez nos llevan a Cat Ba island, la mayor de las islas de la bahía. La vegetación es tan densa, tan verde y tan espectacular que parece un set de rodaje de Jurassic Park. Ahí se organiza un trekking por el Parque Nacional, y tenemos otra de las «escenitas» del viaje. El grupo que se junta es enorme, varios tours hacen el ascenso a la vez. Así que se juntan las japonesas pánfilas, las señoras rusas patosas, los gordos británicos hipertensos. Y el camino, al final, se estrecha, así que el tapón de los que suben y los que bajan se hace intratable. No podemos subir el último tramo hasta que la masa desaloja, el problema es que el guía «de cola» que acompaña al grupo desaloja con ellos. Pensaréis por ello… qué desgraciados! Pues no os adelantéis.  Nos ponemos a bajar, y 5 de nosotros encontramos el camino sin mucha dificultad, pero 4 se quedan atrás. No les oímos y no sabemos si se han perdido o se han hecho daño. Me voy en busca de nuestro «tour guide» y le comento la situación, y sabéis qué hace? SE MARCHA. El autobús SE MARCHA. A nadie se le ocurre ir a comprobar si estas 4 personas están bien, si se han caído por un barranco o se han equivocado de camino. Hay otros grupos y no se les puede hacer esperar. Yo evidentemente monto en cólera, pero como el autobús ya se ha ido sólo puedo desahogarme dando patadas a las piedras.

Por suerte, a los 5 minutos aparecen los «desaparecidos» enteritos, y les doy parte de la situación. Momento de ira, momento de mosqueo… pero estamos de vacaciones, ¿no? Pues que rule una cervecita. Y por suerte, el monstruo organizador que llevo dentro, ese bicho «apagafuegos» que venía de serie pero que creció en mi último trabajo como planificadora de publicidad, hizo su aparición. Si el autobús no se hubiera llevado mi mochila, me hubiera ingeniado un disfraz de Superwoman. Veo 2 motos, recuerdo el nombre del hotel a donde nos debían llevar, me llevo a Isaac de refuerzo conmigo y empieza la operación rescate. En poco más de 2 horas volvemos a estar todos juntos, con otra cerveza y riéndonos de lo ocurrido.

Por si os preguntáis si le dijimos algo al «tour-guide» de nuestro grupo, la respuesta es sí. Cuando intenté decirle que su actitud era muy poco profesional, su respuesta fué que si tenía alguna queja me fuera a verle a la oficina de Hanoi, y allí ya vería lo que pasaría cuando estuviera él con sus amigos. SI, CORRECTO, ME AMENAZÓ. ¿Son unos Hijos de P., o no son unos Hijos de P? Pero no pasa nada, porque como ya he dicho, yo estoy de vacaciones y me lo estoy pasando en grande.

De hecho, tan en grande nos lo estábamos pasando que decidimos alargar nuestra estancia en Cat Ba island una noche más. Todos excepto Melón y Jamón, que tenían un viajecito planeado. Pero los 7 restantes pasamos otro maravilloso día de playa y relax en la isla, antes de seguir con nuestro tour un día más tarde.

Un día después, retomamos elt our donde lo habíamos dejado, y con otro guía un poco menos malnacido que el anterior, y volvimos a surcar las aguas salpicadas de piedra caliza que tanto nos gustan. Hicimos una excursión en kayak, que acabó convirtiéndose e una guerra de agua.

Y al final, nos dió tanta pena separarnos que nos volvimos todos a Hanoi a alojarnos en el mismo hotel.

Y que sigua fiesta!

Permitidme un excurso…

7 Oct

Una de las peores cosas que tiene viajar es toda esa gente a la que echas de menos.

Pero por el contrario, todo Ying tiene su Yang, por el camino vas haciendo grandes hallazgos. Y en estos 11 meses de viaje (que se cumplen mañana) he coleccionado muchas experiencias y algunos AMIGOS.

Uno de ellos se ha currado este vídeo para rememorar los días que pasamos juntos en Melbourne.

En él podéis ver parte de esa ciudad que me encandiló y me atrapó por 2 meses, y a algunos de los responsables de que eso sucediera.

Thank you Jarrod, that’s just awesome! Things like that make the whole trip worth it. As I said, you’re the best Apple ever 🙂

Últimos dias en Bali

17 Sep

Bueno bueno, que se me acumula la faena! Hace más de una semana que salí de Indonesia y aún no os he hablado de mis últimos días allí.

La última semana en este país tan ¿contradictorio? la pasé en su mayor parte en Ubud. Puedo decir desde ya que es mi zona favorita de Bali. Es una zona muy turística, correcto, pero turística bien llevada. Allí me dediqué un poco a la vida contemplativa. Paseíto por aquí, zumito de aguacate por allá. Que si me voy de copas, que si me hago la pedicura… Lo normal, vamos!

Entre las cosas productivas, visité el Don Antonio Blanco Museum, que era una especie de genio loco con aires de Dalí y que pintaba cuadros que bien merecerían los dos rombos en su mayoría (cochinote!!). Su obra, psé. El edificio, rebonico.

Desde el tejado del Blanco Museum

Con mi compañera temporal de viaje, Angelika, hicimos un intento de road trip. Queríamos descubrir algún otro rincón mágico de la isla como Sidemen, pero la cosa se nos quedó en nada. Un par de vistas de postal a terrazas de arroz, probar el Kopi Luwak (el café más caro del mundo, de CURIOSA fabricación) y lo más interesante, otro encontronazo con la policía. No me preguntéis como, pero de nuevo nos libramos. Esta vez sin pagar ni un puto duro (ni dólar de singapur tampoco), y despidiéndonos del policia con un «Adiós Amigo!» y chocándole la mano. Una le acaba pillando el truquito a esto de la corrupción.

Kopi Luwak + otras delicatessen

Y otra de las actividades, digamos, «diferentes» para la colección de «batallitas que contar a los nietos», fue que sin saber muy bien como acabé haciendo de modelo para una clase de Arte. Así que la resaca (es broma mami, que yo no bebo) del sábado la pasé haciendo posturitas delante de 20 aspirantes a artista y un Maestro. ¿A cambio? Una anécdota, 3 cuadros y 150,000rps. Como este es un blog para todos los públicos, os dejo uno de los sketches que me hicieron cuando aún llevaba el sarong. El momento «maja desnuda» lo guardo para cuando sea famosa y pueda subastarlo.

Pranoto Gallery

En Ubud me despedí de Yasmín, quien me abrió las puertas de su casa por segunda vez, y de Angelika, inmejorable compañera de aventuras por 2 semanas. Y puse rumbo a la playa para pasar mis últimos días en el país haciendo la lagartija.

En Nusa Lewongan encontré lo que creí perdido en Gili T. Una isla tranquila, con hoteles pero mucha vida rural y tradicional. Gente tranquila que te pregunta de dónde eres pero no te acosa. Niños que venden caracolas pero no te persiguen diciendo «money money money«. Sonrisas gratis. Allí la gente vive de las algas, y el turismo es casi algo anecdótico para ellos.

Y tras un par de días allí, relajándome y acostumbrándome a ese olor tan raro que tienen las seaweed, me volví a Bali. Poco más de 24h para ultimar mi visa vietnamita, ser fugitiva de la poli un par de veces, comer marisco a precio de risa, y tomar un poco más de playa (que no de sol) en Jimbarán en buena compañía.

Me voy de Indonesia con una sensación rara, sin saber si me ha gustado o no. Tal vez hablar de «Indonesia» sea muy osado, ya que el país es enorme y yo solo he visto de él una parte diminuta. Y tengo que asumir mi parte de culpa, tal vez he hecho malas elecciones estando aquí. ¿Se merece otra oportunidad? Mierda, otro país al que tendré que volver para despejar mis dudas. Así no acabaré nunca… 🙂

Gili T, tu lugar de vacaciones (NO!)

3 Sep

Después de dormir 2 horas (y bajo los efectos del arak), el miércoles 3 de agosto nos despertamos para ir a las islas Gili.
Bueno, en realidad solo a una. Teníamos previsto pasar unos días en Gili Air, pero por un error en el ticket que interpretamos como una señal*, pusimos rumbo a Gili Trawangan.

El trayecto fue toda una aventura que nos llevó un día entero, y eso que las islas están a relativa corta distancia de Padang Bai. Pagando unas 350.000rp se puede viajar en Fast Boat, tardando unas 3h en total, pero nosotras, más chulas que un ocho, decidimos hacer el viaje «al estilo local». Esto es, cogiendo un ferry que tardó 4 horas en recorrer los 25kms que separan Bali de Lombok.

en el Ferry

El ferry nos dejó en Lembar, desde donde nos montamos en un minivan que nos llevó en 2h hasta Bangsal, más al norte. Desde allí salen los public boats que te dejan en las Gili. La minivan era un peligro, y apestaba a gasolina y a humos del motor. La carretera, muy bonita eso sí, estaba llena de monos diabólicos de los que ya os hablé en un post anterior. Y Bangsal está lleno de hijos de puta. Mira, así tal cual lo digo. Si alguien tiene una bomba de sobras, que me la mande que ya sé donde voy a colocarla.
Por suerte allí sólo pasamos 1h, hasta que llegó el momento de coger nuestro public boat. Esto es un barquito de madera que tiene pinta de naufragar en cualquier momento, y al que es divertidísimo ver montarse a todas las turistas que van en plan «Eat, pray, love» con sus vestiditos y sus trolleys de ruedas. Porque los barcos atracan en la costa y para montarse hay que mojarse los pies, alzar la maleta y tener mucho equilibrio. Y las faltas tobilleras no ayuadan, la verdad.

El conductor del Public Boat

Gilli T (como se la conoce coloquialmente) es una isla concebida por y para los turistas. Para mi reúne lo peor de Mallorca, Salou y Port Aventura. Un parque temático del «pase un fin de semana en la playa». Precios europeos, niñatas con maquillaje, comida italiana, mexicana, japonesa. Ni un ápice de cultura indonesia asoma desde ningún ángulo. ¡Buuuuuh! UN BLUFF. Además esta isla es conocida como «The Party Island«, famosa por sus raves y sus full moon parties, pero como estábamos de Ramadán (desde ya mi palabra más odiada del diccionario, seguida muy de cerca por «arroz» y «marionetas») ni siquiera tenían de eso. ¿Resultado? Todos una panda de yonkis con el mono.

Y la foto no os creáis que es anecdótica. Vas andando por la calle y te gritan «magic mushrooms» y «mushrooms milkshake» por todas partes. ¡Pero luego ayunando, vaya a ser que Alah se enfade!

Pero a ver, por qué le tengo tanta tirria, si siendo una isla no puede ser tan malo… Analicemos, qué cosas buenas se pueden hacer o tiene una isla del Pacífico:

Coral Reef. Muy bien, las barreras de coral están muy bien. Pero duelen en los pies, y en esta isla no puedes meterte en el agua sin llevar reef shoes a riesgo de parecer un nazareno de semana santa.

Playas de arena blanca. Y llenas de mierda. Por favor, señores de Greenpeace, ¿podrían venir a dar collejas a Indonesia? Y de paso os lleváis un par de tanques de bolsas de plástico y paquetes de Lays.

Sunset. Vale, correcto. El atardecer es muy bonito, pero me ocupa 10 minutos al día. Que alguien me explique qué hago con las 23h y 50minutos restantes.

Sunset desde el Sunset Bar

Dar la vuelta a la isla. Y te dicen «te alquilas una bici». Pero no te dicen «el camino es de arena blanda y no se puede pedalear por él». Tanto es así que acabamos conduciendo por la playa, que era más fácil. Muy bonito, pero un coñazo.

bike 🙂

Darte un bañito. Podéis intentarlo, aunque yo no os lo recomendaría. La corriente es tan fuerte que en menos de un minuto te lleva de cabeza al puerto. La parte buena es que puedes dar la vuelta a la Isla más rápido que en bici.

Tomar el sol. ¡Bien! Eso si, ¿no? Lástima que haya overbooking, y que el sonido de la mezquita más la música de los 3 bares que tengo detrás más los gritos de «necklace necklace cheap cheap» de los vendedores ambulantes se cuelen por encima del sonido de mi Ipod.

Gili T es Mallorca

Dormir y descansar. ¡Jajajaja, buen intento! Claro, es que la mezquita ha decidido que aquí no duerme ni el tato, y cada 4 horas se ponen a dar berridos. Especialmente hiriente a las 4:30 a.m. Me cago en el Ramadán. Ya lo he dicho.

Así que tras 2 días (y mucho hemos aguantado) nos las piramos, salimos por patas de este agujero del demonio. A quien le guste el plexiglás que se quede la isla enterita, que yo no la quiero ni regalada. Aunque al menos he sacado fotos bonitas. Eso sí, esta vez nos vamos en Fast Boat, que hemos aprendido la lección.

Ah, si tras mi destripe alguien decide ir de todas formas, recomiendo encarecidamente dormir en el Izzi Homestay. Un lugar sencillo y baratito en el interior, tranquilo, limpio y llevado por gente buena. Que, creédme, no es tan fácil de encontrar por estos lares.

*Moraleja: En adelante sólo seguiré las señales de tráfico.

East Bali

31 Ago

Pues si, llegamos vivas. Aunque tras un total de 26h de viaje (las 2 últimas hacinadas en el bemo que veis arriba) estábamos hechas un cuadro.

Por cierto, la que os saluda en el vídeo es Angelika, una chica alemana con la que llevo viajando ya varios días. Es un amor, y tenemos muchas cosas en común: trabaja en publicidad, vivió en Barcelona, ambas medimos 174cms y tenemos el pelo igual. Y desde que empezamos a viajar juntas, la pregunta más oída (mínimo una vez al día) es: ¿Are you twins?
Vale que tengamos un aire, pero no se yo si dá para tanta confusión.

¿Are you twins?

A lo mejor a los indonesios les pasa como a nosotros con los chinos, que los vemos a todos iguales y si nos dicen que son familia nos lo creemos. Nosotras les contamos que somos primas y así se quedan tranquilos.

Pues eso, que mi Twin y yo llegamos a Padangbai tras un viaje interminable y nos alojamos frente a la playa. El pueblo es muy turístico, aunque está geográficamente muy bien situado. Allí nos relajamos en la Blue Lagoon, descansando para nuestro viajecito que teníamos en mente.

Al día siguiente dejamos las maletas en el hotel (por unos 30 céntimos al día) y alquilamos un par de scooters. Con ellas emprendimos rumbo hacia el norte de este lado de Bali. Candidasa, Amlapura, Tirta Gangga… Hacia mitad del recorrido el camino ya estaba totalmente flanqueado por arrozales de verdes imposibles, que puedes admirar desde los muchos warungs que salpican el camino.

rice paddies

Visitamos un par de templos, a destacar el Pura Lempuyang, que desde su elevada posición nos regaló unas vistas espectaculares al valle del Mt. Gunung Seraya.

Pura Lempuyang

Pasamos la noche en Amed, un pequeño pueblo de pescadores con mucho ambiente (muy local). Desde allí, por la mañana, nuestras motos nos llevaron por el camino de la costa atravesando otras pequeñas y encantadoras playas a rebosar de barcas pesqueras.

Amed Coast

Acabado el camino de costa, que es bonito pero tampoco hay mucho que hacer, teníamos aún medio día por delante. Así que a la altura de Amlapura nos desviamos hacia el interior. Y eso se convirtió en uno de los road trips más bonitos (y más recomendables) que he hecho hasta el momento. Y en mi parte favorita de Bali, si me permitís decirlo. En ese trayecto recorrimos dos «scenic routes«: La que va de Bebandem hasta Rendang (aunque no la completamos) y la Sidemen Road. Lo que nos encontramos es difícil de explicar con palabras.






Recibí tantas sonrisas en el camino que me contagiaron, y llegué de vuelta a Padang Bai con dolor en las mejillas. 100% recomendable. (El road trip y sonreír).