Después del trayecto que ya os conté, Nuria y yo llegamos a Hanoi. Allí nos reencontramos con Isaac, que nos había tenido que abandonar por un par de días ya que tenía asuntos que atender en la capital. Desde allí organizamos el viaje al punto más esperado del país: Halong Bay.
Antes de emprender el viaje, cotejamos la posibilidad de hacerlo por nuestra cuenta ya que ninguno de los presentes somos muy amantes de los tours organizados. De haberlo hecho por libre, el viaje nos hubiera salido unas 5 veces más caro, y en este caso mandó el budget. Por 55US$* contratamos, en nuestro mismo hotel de Hanoi, el tour (comida incluida)que nos llevaría durante 3 días y 2 noches a surcar las aguas el Golfo de Tonkin y a alguna de sus más de 3000 islas.
*(Si os parece barato, os diré que alguno de nuestros compañeros de barco lo sacó por 45. En Vietnam el regateo es un arte!)
Antes de proseguir, y sobretodo para futuros viajeros, quiero que algo quede muy claro: Los vietnamitas no tienen ni idea de lo que es la vocación de servicio, no saben tratar con los clientes, y no entienden el concepto de tour de vacaciones. Ante los problemas o diferencias de opinión tienen tendencia a levantar la voz (e incluso la mano). Y todo eso, organizado de tal forma que la asunción de responsabilidades quede disuelta en una maraña de subcontrataciones en la que nadie se hará cargo de nada. Así que, por favor, pensaros muy mucho si queréis ahorraros unos euros y tener que tratar con semejantes caraduras maleducados.
Dicho esto, ya me he quedado a gusto, puedo añadir lo siguiente: El tour por Halong es de lo mejor que me ha pasado en el viaje. ¿Queréis saber por que? Ahí va una prueba:
Nueve personas de 4 países que hicimos click desde los 15 minutos de subirnos al autobús. Y lo que siguió fueron 3 días de risas, aventuras, música, Antonias, anécdotas, castaña, playa… Tres días de todo lo bueno que uno puede querer en un viaje.
La excursión en sí arranca en Halong City, desde donde te suben a un barquito. Empiezas a navegar, rodeado de otros barcos y pensando que vuelves a estar en Port aventura. Pero cuando te vas adentrando en las aguas de la bahía se te va olvidando todo eso, y empiezas a darte cuenta de por qué la gente te ha hablado tan bien de Halong. Una de las primeras paradas, una enorme cueva de la que no recuerdo el nombre, nos dejó con la boca abierta al ver esta entrada de luz:
Otra de las actividades es la visita a un «fishing village» donde si lo deseas puedes subirte, por una irrisoria cantidad extra, a un bote que te lleva a ver unas lagunas en las que puedes darte un chapuzón. Como el calor apretaba, la decisión fué unánime. Todos al agua 🙂
Fishing Village
Ahí se protagonizó una de las primeras escenas «críticas». Te cobran, te dejan saltar al agua, pero a los 10 minutos te dicen que ya, que para el barco otra vez. Te haces el longuis, te roneas un poco, te haces el despistado,… pero claro tras 5 minutos ya no sabes a donde mirar y acabas subiendo al barquito, ¿verdad? Pues no todos! Ricardo, el representante nicaragüense de nuestra expedición, decidió darse a la fuga y ponerse a nadar por su cuenta hasta el barco. ¿Y qué hace el chinorris? ¡SACA UN PALO Y SE PONE A PERSEGUIRLE! Estos se creen que aún están en el Viet Cong. Claro, nosotros todos locos, gritando «Nicaragua Oé» y animando a nuestro Nica desde arriba. Al final ni palo ni leches, aunque Ricardo no puede completar su hazaña y tiene que volver a la nave nodriza en el barquito con el resto de los mortales. Pero se convierte en nuestro héroe desde ya.
Chinito malo
Después de la aventura, el barco se va a «amarrar». Esta noche dormimos aquí. La parte buena de pasar todo el día en el barco es que puedes ver como el entorno cambia de luz y de colores. Esto no hay chinito que nos lo amargue 🙂
Y también llega otra recompensa. Ver atardecer mientras nos bañamos, esta vez saltando desde la cubierta del barco. El agua está un poco verde, pero nos han dicho que no hay nada en ella que nos pueda matar. O picar. O morder. O tragar. O contagiar. ¡Nos lo creemos, que esto no tiene precio!
Por cierto, el de la foto es Tom, alias Melón, uno de los 2 israelíes que nos acompañaban a pecho descubierto todo el día, teniendo a las Antonias revolucionadas.
Merecida cena después del bañito, y luego un poquito de juerga, como dios manda. Nos habían prometido karaoke, pero en eso también mienten así que DJ Inaisonfire tuvo que sacar la artillería pesada (y el ordenador) para amenizar la velada.
Al día siguiente, habiendo dormido poco pero bien, seguimos con la ruta. Esta vez nos llevan a Cat Ba island, la mayor de las islas de la bahía. La vegetación es tan densa, tan verde y tan espectacular que parece un set de rodaje de Jurassic Park. Ahí se organiza un trekking por el Parque Nacional, y tenemos otra de las «escenitas» del viaje. El grupo que se junta es enorme, varios tours hacen el ascenso a la vez. Así que se juntan las japonesas pánfilas, las señoras rusas patosas, los gordos británicos hipertensos. Y el camino, al final, se estrecha, así que el tapón de los que suben y los que bajan se hace intratable. No podemos subir el último tramo hasta que la masa desaloja, el problema es que el guía «de cola» que acompaña al grupo desaloja con ellos. Pensaréis por ello… qué desgraciados! Pues no os adelantéis. Nos ponemos a bajar, y 5 de nosotros encontramos el camino sin mucha dificultad, pero 4 se quedan atrás. No les oímos y no sabemos si se han perdido o se han hecho daño. Me voy en busca de nuestro «tour guide» y le comento la situación, y sabéis qué hace? SE MARCHA. El autobús SE MARCHA. A nadie se le ocurre ir a comprobar si estas 4 personas están bien, si se han caído por un barranco o se han equivocado de camino. Hay otros grupos y no se les puede hacer esperar. Yo evidentemente monto en cólera, pero como el autobús ya se ha ido sólo puedo desahogarme dando patadas a las piedras.
Por suerte, a los 5 minutos aparecen los «desaparecidos» enteritos, y les doy parte de la situación. Momento de ira, momento de mosqueo… pero estamos de vacaciones, ¿no? Pues que rule una cervecita. Y por suerte, el monstruo organizador que llevo dentro, ese bicho «apagafuegos» que venía de serie pero que creció en mi último trabajo como planificadora de publicidad, hizo su aparición. Si el autobús no se hubiera llevado mi mochila, me hubiera ingeniado un disfraz de Superwoman. Veo 2 motos, recuerdo el nombre del hotel a donde nos debían llevar, me llevo a Isaac de refuerzo conmigo y empieza la operación rescate. En poco más de 2 horas volvemos a estar todos juntos, con otra cerveza y riéndonos de lo ocurrido.
Por si os preguntáis si le dijimos algo al «tour-guide» de nuestro grupo, la respuesta es sí. Cuando intenté decirle que su actitud era muy poco profesional, su respuesta fué que si tenía alguna queja me fuera a verle a la oficina de Hanoi, y allí ya vería lo que pasaría cuando estuviera él con sus amigos. SI, CORRECTO, ME AMENAZÓ. ¿Son unos Hijos de P., o no son unos Hijos de P? Pero no pasa nada, porque como ya he dicho, yo estoy de vacaciones y me lo estoy pasando en grande.
De hecho, tan en grande nos lo estábamos pasando que decidimos alargar nuestra estancia en Cat Ba island una noche más. Todos excepto Melón y Jamón, que tenían un viajecito planeado. Pero los 7 restantes pasamos otro maravilloso día de playa y relax en la isla, antes de seguir con nuestro tour un día más tarde.
Un día después, retomamos elt our donde lo habíamos dejado, y con otro guía un poco menos malnacido que el anterior, y volvimos a surcar las aguas salpicadas de piedra caliza que tanto nos gustan. Hicimos una excursión en kayak, que acabó convirtiéndose e una guerra de agua.
Y al final, nos dió tanta pena separarnos que nos volvimos todos a Hanoi a alojarnos en el mismo hotel.
Y que sigua fiesta!
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